19DE FONDO
Conocimiento almacenado
en la nube
Luisa O. Navarro
Introducción
La pregunta de si lo que ahora se de-
vela ante nuestros ojos como “era del ci-
berespacio” constituye la metáfora de una
realidad tripartita inmanente del tiempo
da pie para la duda metódica que lo vir-
tual ejerce sobre el ser humano del pre-
sente. La brecha entre lo real y lo virtual
se cierra en una línea tan delgada como
imperceptible que, siendo un paso de una
etapa histórica de la humanidad a otra y
que es de gran trascendencia, deja entre-
ver la incertidumbre. Lo que en el pasado
se planteó en forma especulativa como la
posibilidad de establecer una ruptura en
la barrera del tiempo, en que el momen-
to real y el virtual se distanciarían crean-
do múltiples historias, se convierte hoy en
un tiempo unificado propiciando a través
del nexo ciberespacial un tiempo único: el
aquí y ahora.
Recientes acontecimientos históricos de
la humanidad han alcanzado trascendencia
global en términos de esa ruptura tempo-
ral que genera otra connotación del hecho
histórico social, el del tiempo alternativo,
que no es pasado y ni siquiera futuro, sólo
presente, en el que se genera un pasaje que
pierde transcendencia casi en forma inmediata
dando lugar a lo que Bauman (2003) concep-
tualiza como “modernidad líquida”.
En el análisis de Bauman, el tiempo parece
“licuarse” en la sociedad capitalista moder-
na, donde la acción humana se vuelve transi-
toria y la categoría histórica más importante,
el tiempo, presenta grandes desregulaciones
que lo hacen volátil, inapreciable, impercep-
tible y, sobre todo, desestructurado de la se-
cuencia. Un solo factor se mantiene, en el
caso de ser apreciado: el de la irrepetibilidad
del hecho histórico. ¿De qué manera, enton-
ces, afecta este tiempo presente -real, virtual
y líquido- a las sociedades del conocimiento
en la era digital, en la conformación del co-
nocimiento almacenado en nubes articuladas
desde el cerebro humano pero fuera de éste?
La tecnología digital empleada por do-
centes como recurso de la enseñanza puede
DE FONDO20
convertirse en un arma eficaz para desarro-
llar aprendizajes en condiciones éticas si estu-
diantes e investigadores, en lugar de consumir
el producto digital, lo emplearan para produ-
cir conocimiento nuevo. Aunque es induda-
ble que en los países de reciente incursión en
el desarrollo tecnológico el ingreso al ciber-
mundo ha sido “de golpe y porrazo”, sin pre-
paración previa, donde las TIC tienen un uso
limitado a recurso, más que como producto.
Esa situación lleva a un conocimiento enaje-
nado de la robótica que suspende en el aire
la gestación epistémica de pensamiento y las
fuentes de su producción. Dicho de otra ma-
nera, y en forma autocrítica, nos limitamos a
buscar y a tratar -más que a producir- nue-
vas ideas. La crítica puede partir de múltiples
formatos, pero debe ser una reflexión fina y
profunda de las nuevas metáforas que obli-
gan a repensar las estrategias teóricas por las
que antes, en el pasado, suponíamos hacer
ciencia.
Conocimiento e identidad
La incertidumbre de la identidad, -propia
del pensamiento que genera el desconocer de
dónde proviene la idea que registra el “yo”
y crea un “otro”, quien es más fuerte, más
capaz, pero obviamente ajeno, produce el
fantasma de la vulnerabilidad del todo. En el
mundo de la modernidad líquida, los peligros
y los miedos tienen también consistencia líqui-
da… En un planeta densamente envuelto en
una red de interdependencia humana, no hay
nada que los demás hagan o puedan hacer
que podamos asegurar que no afecte nues-
tras perspectivas, oportunidades y sueños.
Así como todo lo que hacemos puede
afectar o afecta a otros a quienes no cono-
cemos, en la era digital, las ciencias huma-
nas -más que nada las disciplinas de carácter
educativo, histórico, antropológico, psicoló-
gico y sociológico- entran en contradicción
con los viejos paradigmas que servían de
base a la construcción del yo, su alteridad
o toda aquella característica y condición del
grupo de referencia al que pertenece ese yo,
además del vínculo por efecto que la otre-
dad. Dado que nuestra conectividad es de
carácter universal y general, desde todos los
campos de acción humana y desde todos los
ámbitos de la cultura donde se genera cono-
cimiento, se constituye en amenaza y riesgo
del conocimiento mismo.
“Ningún otro campo brinda mejores oportuni-
dades para la innovación exitosa que lo inespera-
do”, es una de las frases que hicieron famoso
a Kriegel (2001) y sus criterios de ruptura con
el statu quo a partir de los planteamientos
que realiza en la obra “Si no está roto… róm-
palo”. Y ese inesperado se puede suscribir
respecto a los efectos que han tenido prime-
ro las TIC y actualmente los sistemas de análi-
sis y almacenamiento de datos en nube o Big
Data. Esto así, por la relevancia de disponer
de la información oportuna y pertinente para
realizar los ajustes y reajustes necesarios, y a
veces urgentes, en las organizaciones, institu-
ciones y empresas.
Todo ejercicio de innovación organizacio-
nal ha de tener implicaciones en el alcance de
un conocimiento de lo nuevo; sin embargo,
esta innovación hoy puede sustentarse en la
En un planeta densamente
envuelto en una red de inter-
dependencia humana, no hay
nada que los demás hagan o
puedan hacer que podamos
asegurar que no afecte nues-
tras perspectivas, oportunida-
des y sueños.
21DE FONDO
comunicación veloz, esa que propician los sis-
temas de información modernos. Asimismo,
en una clara visión de que el cambio organi-
zativo e institucional de las universidades, de
las escuelas y ejemplarmente de las ciencias
humanas y de la educación, es imperativo
para el logro de la eficacia y la eficiencia en
los procesos productivos y de transmisión del
conocimiento, en la gestión de servicios y en
la comunicación.
Los aportes de la tecnología no son sufi-
cientes si no se realizan con apego a los valo-
res contenidos en la misión, visión y objetivos
estructurales de la organización, en especial,
si éstos se encuentran apoyados en el siste-
ma de información y tecnologías de punta
generadoras de nuevas configuraciones es-
tructurales y curriculares que puedan propi-
ciar rupturas de parámetros en los modelos
articulados, muchos de los cuales presentan
grados avanzados de obsolescencia.
En la actualidad, las TIC afectan los ele-
mentos del diseño de proyectos, de tal for-
ma que van conduciendo lo inesperado a ser
categorizado de buen augurio en el cambio,
desestructurando rutinas de acción del pasa-
do y hasta del conocimiento mismo que esas
rutinas han propiciado, reorientando, de ese
modo, las decisiones a través de la creación
de puestos de gran valía como el
Chief In-
formation Officer o CIO, explorando campos
minados por la incertidumbre de la sociedad
actual; estableciendo nuevas formas de ges-
tión de la información y creando nuevos vín-
culos comunicacionales cada vez más abier-
tos, democráticos y confiables en la medida
de aportar diversificación por efecto de los
aprendizajes en el uso de las nuevas tec-
nologías y reduciendo los efectos adversos
de la burocracia en las organizaciones. Las
ciencias integradas empiezan cada vez más
a tener carácter de red, operando con salas
interconexas, en forma virtual, en sustitución
de un pasado de departamentos aislados. Lo
que se plantea debe revolucionar los sistemas
de selección de personal docente y de inves-
tigación de las instituciones y organizaciones
y dotarlos de competencias comunicaciona-
les modernas.
Las comunicaciones que se realizan en las
organizaciones que innovan en las TIC tien-
den a volverse más planas y orientadas por los
groupwares. Esto requiere de una asimilación
de nuevos puestos de trabajo en capacidad de
manejo de nuevas tecnologías y de toma de
decisiones. Ese personal, además, puede cu-
brir un área tan vasta como el planeta, dado
que el acceso a las TIC le puede facilitar operar
donde la empresa o institución le requiera sin
que el espacio físico sea una limitante, y la dis-
persión y alcance geográficos de ese personal
pueden ser tan amplios como la organización
adopte su diversificación. Los logros de este
proceso se podrían observar simultáneamen-
te, en forma rápida y eficaz.
Las tecnologías al servicio de la comuni-
cación de un personal con las competencias
requeridas generan un cuadro de éxito orga-
nizacional. El complemento necesario es el
Big Data como sistema de representación de
los datos, que hace que la información pue-
da estar disponible cuando se le necesite en
tiempo real, mejorando los procesos de pro-
ducción y soporte a la toma de decisiones.
Múltiples laberintos
LED, Android, robotic, hardware, soft-
ware, sitio web, sumados a los nombres
generalizados de las redes sociales, más los
sitios de Internet que permiten a las perso-
nas de todo el globo conectarse y tener una
comunicación en tiempo real, era impensado
en los diálogos de Platón, en las conversa-
ciones con un interesante personaje,
Theae-
tetus, quien imaginariamente debate con
DE FONDO22
Sócrates sobre la acción que justifica y le da
carácter de verdad a una creencia y la con-
vierte, a fuerzas de esa tautología, en cono-
cimiento. Saber si el conocimiento en la ac-
tualidad se construye en forma virtual no es
ya parte del debate. ¡Y pensar que hace tan
poco tiempo, apenas poco más de 30 años
que William Gibson, en 1984, menciona
por primera vez la palabra ‘ciberespacio’ en
Neuromante, una novela de ciencia ficción!
En los tiempos actuales, la acción de jus-
tificar la verdad en Platón no se queda en el
conocimiento individual ni en la interrelación
entre dos personas, ni en pequeños grupos:
las redes permiten una comunicación global
universal que trasciende el espacio.
Los cibernautas crean comunidades, in-
forman inmediatamente lo que ocurre en
cualquier lugar del mundo:
“la televisión
está en mi Facebook”. Nuestros centros de
interés, como los trabajos; las amistades; la
sexualidad; el amor; el comercio; la informa-
ción; el crear comunidades sin espacio físico,
sólo virtual, están ahí, al movimiento de un
dedo en lo digital, y muy pronto lo haremos
con sólo pensarlo, sin que sea ficción.
Complejos-simples, antiguos-recientes,
orales-escritos y otras múltiples formas han
producido controversias que han signado la
historicidad de la hibridación de las ciencias
en sentido general y de las ciencias de la
educación en particular. En todos los ámbitos
y desde éstos, tales debates tienen una se-
cuencia, encuentros y desencuentros, en pro-
cura de dilucidar la manera en que se puede
propiciar una integralidad de enfoques teóri-
cos sobre las nociones que permiten explicar
cómo se constituye este conocimiento. Los
debates parecen orientados a la superación
de las barreras artificiales que el tiempo y
los intereses individuales y sectoriales han le-
vantado entre las escuelas de pensamiento.
¿Qué mejor manera de hacerlo que deba-
tiendo las propuestas en redes, sin suponer
que la capacidad de pensamiento esté ceñida
al dominio de algunos sin la comprensión de
los demás?
En ese sentido, repensar el espacio con
la mirada de hoy podría contribuir, tal vez, a
propiciar una reflexión sobre la segregación
de concepciones que se tienen por efecto de
una amplia diversidad de escuelas de pensa-
miento. Asimismo, vale la pena la observancia
de los intentos por construir una valoración
de las epistemologías como vasos vinculantes
y transmisores de la interdisciplinariedad que
trascienda a concreciones de transdisciplina-
riedad en la consecución instrumental, de
bases hermenéuticas y generadoras de acerca-
mientos en la acción investigativa y profesional
de las personas dedicadas a producir y enseñar
los nuevos conocimientos, pero utilizando los
recursos que ya fluyen en el ciberespacio.
La textualidad de estudios avanzados so-
bre estados del conocimiento parece amplia,
pero una buena revisión ayuda a decantar y
a quedarnos con la exigua lista que, además,
ofrece aproximaciones dispersas espacial y
temporalmente. Más que ello, evidentemen-
te esta lista tiene propuestas desvinculadas
en lo conceptual y en lo contextual, todo lo
cual implica, tal vez, la razón que cruza el
eje de la disparidad de enfoques: al parecer,
que no nos ponemos de acuerdo en la vía a
tomar para un debate científico desligado de
los métodos autoritarios que fueron eficaces
¿Qué mejor manera de ha-
cerlo que debatiendo las pro-
puestas en redes, sin suponer
que la capacidad de pensa-
miento esté ceñida al dominio
de algunos sin la comprensión
de los demás?
23DE FONDO
en un pasado enajenante y atomizador que
condujo al aislamiento de las ciencias.
Tal vez la conectividad virtual puede pro-
piciar una cultura científica en el ciberespa-
cio; mas este ejercicio, estimulante en lo que
nos ocupa en forma de conjetura profesional
para dilucidar, conduce en forma aproxima-
da a mirar algunas vetas del problema de
desvinculación disciplinar y, de manera muy
sentida, del desconocimiento curricular en
las plantillas de asignaturas de las diferentes
carreras universitarias. A lo interno de una
misma institución, la desconexión es colosal
y el problema crece de una a otra institución
de las que se dedican a la investigación y la
enseñanza superior. El elemento alternativo y
con gran propiedad por constituir un sistema
a nuestras manos es la concreción de círculos
de reflexiones de carácter científico.
Cuando Randy Conrads inventaba el
classmates, un mecanismo que sirvió de coo-
peración entre docentes de diferentes escuelas
de Estados Unidos con el propósito de unificar
los planes de clases y transmitir ideas sobre es-
trategias de aprendizaje que daban resultados
positivos, ocurrió la magia. La intención de
Conrads al inventar el
classmates en 1995 era
propiciar una comunidad de amigos, más que
educativa, para el intercambio de compañeros
de generación en las escuelas. Sin embargo,
en esta comunidad aparecieron cientos de
chats de intercambio de reflexiones que para
algunos se convirtieron en oportunidades de
negocios en educación continua.
Los sitios web fueron más tarde el espec-
tro en el que se reprodujeron en grandes can-
tidades las redes sociales que manejamos en
el presente. Pero la pregunta es para saber si
las redes que han servido al ser humano y sus
intereses en todos los espacios de la existencia
han contribuido para unificar el conocimiento
a partir de su ubicación en nube.
Una primera aproximación es que los ci-
bernautas o navegantes en las redes no tienen
un especial y único nivel académico: provienen
de todos los niveles, lo que posibilita que se
pueda dar una interacción de un matemático
de quinto nivel con un estudiante de historia
de la escuela básica. Pero también hemos vis-
to en estos tiempos cómo determinados mo-
vimientos sociales y políticos se han producido
por el acceso rápido, instantáneo, de la gente
a la información.
En los años del siglo pasado, cuando Bor-
ges escribió
El jardín de senderos que se bi-
furcan, el personaje Ts’ui Pên creó una tela-
raña del tiempo, pensable sólo en su genio:

Ts’ui Pên diría una vez: Me retiro a escribir
un libro. Y otra: Me retiro a construir un la-
berinto. Todos imaginaron dos obras; nadie
pensó que libro y laberinto eran un solo obje-
to” (Borges, 1941). En los actuales momentos
de la humanidad se puede escribir un libro de
múltiples laberintos, con capacidad de borrar,
editar y reescribir, cual aquella idea que se ha
vuelto realmente inválida, aunque en princi-
pio fue una gran idea, la de Wikipedia.
Estamos en la civilización del ciberespacio
o cibermundo, entidades creadas y regidas
por medios informáticos; era de la hiperco-
nectividad, simultaneidad, portabilidad di-
gital desechable, comunidad virtual en red,
identidades digitales, el universo y la vida
reducidos a pantallas y teléfonos inteligen-
tes, las autopistas de la información, interfaz,
chip, liquidez, en fin. Vivimos el simulacro de
la virtualidad.
Cibercultura
Si bien es cierto que las redes han te-
nido un uso impropio en algún momento,
son innegables los resultados positivos en
términos de aportes a las ciencias. Una de
DE FONDO24
las virtudes de este proceso de moderniza-
ción acelerado del conocimiento y la crea-
ción de una cibercultura, con o sin nuestro
permiso, es que por efecto del interactuar
en las redes se puede adquirir una multipli-
cidad de fuentes primarias que facilitan la
rápida comprensión de la información y la
actualización de la misma y que además se
puede almacenar y retener almacenado el
conocimiento en nube, lo cual, asimismo,
permite desarrollar ejes de hiperconectivi-
dad que simplifican su clasificación y pro-
pician su apropiación tanto a los universita-
rios, intelectuales de grandes lecturas, como
al más común de los mortales, haciendo uso
de la recursividad de la información del mis-
mo modo que la organización y gestión del
flujo de nuevas informaciones y retroalimen-
tación de datos.
Quizá sirva la ironía de Tanpinar (2010)
en
El instituto para la sincronización de los
relojes, producto literario del año 1962,
donde las dificultades de adaptación a los
cambios inminentes que no podemos de-
tener conducen a reinventar el tiempo so-
bre todo. Ahmet Hamdi Tanpinar procrea
un personaje que es el genio que inventa
el instituto y cuya intención no es menos
que burlarse, reírse de sí mismo y de todos,
donde los relojes no miden el tiempo sino el
desplazamiento, la tendencia al no tiempo,
al no espacio, a la nada o quizás al todo.
Para ello inserta las filosofías tradicionales
de la Turquía dividida por una modernidad
capitalista que pone fin al Imperio otomano
y que deja a su país con menos del veinte
por ciento de su territorio original.
El cibermundo remite hoy a un sistema
complejo de partes entrelazadas por vínculos
que tienen propiedades independientes, prác-
ticamente autónomas, casi pensado por Tan-
pimar como ficción en el pasado siglo, pero
que se gestan bajo el mando o el comando del
sistema que se selecciona, pocas veces demo-
crático, pues sus mandos obligan a desarrollar
lo que sea que se produzca, dentro de sus pa-
rámetros, de las funciones de la capacidad del
almacenamiento y la interacción, que convier-
ten al sistema en hegemonía de centro de la
cibercultura. Es obvio que en la actualidad el
acceso a Internet nos ofrece una ingente canti-
dad de webs disponibles, pero cabe preguntar-
se qué tanto aportamos desde las ciencias de la
educación y las humanidades a socializar lo que
suponemos como producción propia.
El filósofo canadiense McLuhan y Powers
(1995) observaron el fenómeno casi incierto
de la hiperconexión poco confiable en los
años setenta del pasado siglo (setentas para
los países céntricos y concéntricos en la cla-
sificación del desarrollo tecnológico, empero
para países como la República Dominicana,
salvo para algunas personas en forma deter-
minantemente excepcional, la situación era
de desconocimiento absoluto de las comu-
nicaciones a nivel del hipervínculo hasta una
década después). En sus escritos se percibe la
sensación de que el ser humano se agrupaba
en una suerte de
“aldea global”. La malla,
que como telaraña empezaba a circundar
todo el sistema espacial, hasta donde el ser
humano alcanza se estrechaba por efecto
de redes de conexión inmediata de máxima
conectividad basada en una tecnología que
fungía de rasero de igualación a los enlaces
sociales del ser humano.
Cabe preguntarse qué
tanto aportamos desde las
ciencias de la educación y
las humanidades a socializar
lo que suponemos como
producción propia.
25DE FONDO
En el pasado reciente de las tecnologías,
antes de la llegada de la Internet, que nos pa-
rece que estamos hablando de la edad de pie-
dra del conocimiento, la creatividad científica y
la producción de nuevos conocimientos se en-
contraban tan desconectadas al grado de que
cuando nos enterábamos del trabajo científico
de otro era porque habían pasado décadas
desde la puesta en escena de esa producción.
Las relaciones de transición y debate del
conocimiento en el pasado se daban a través
de conexiones que, de no ser físicas entre las
personas, sólo se podían concebir a través
de la comunicación unidireccional mediante
libros y objetos manipulables. La formación
del referente, con mediación virtual o no,
conduce a fomentar figuras de pensamiento
que propician la relación con sujetos reales;
la dimensión social proyecta el espacio indi-
vidual y modifica, en forma constante y diná-
mica, las relaciones entre las personas, y és-
tos con los sujetos del intercambio creando y
transformando conciencias que permanecen
en el tiempo y crean un sujeto históricamente
consciente y de nexo integral y holístico.
“Si-
glos de siglos y sólo en el presente ocurren
los hechos…”, dijo Borges (1941). En esos
hechos encontramos la maravillosa reflexión
de nuestros pensamientos expresados en la
textualidad reunida en los múltiples espacios
que nos conforman, nos conectan y perma-
necen en la nube.
De modo que la experiencia que el tiem-
po -en pasado- aporta a la sustentación del
conocimiento no se disipa ni se esfuma en el
presente y es base de cognición futura, sin
lugar a dudas. Dicho así, que la conciencia
individual de los sujetos no sufra cambios per-
manentemente sólo indica que su dialéctica
encarna el cambio de la conciencia social a
partir de la construcción de referentes dentro
de la lógica de la acción dialógica, colectiva,
que se impulsa desde la comunicación global
en redes auspiciadas desde el ciberespacio.
De esa manera, la productividad de los in-
vestigadores e investigadoras sociales y de la
educación ha alcanzado niveles insospecha-
dos a partir del desarrollo de las capacidades
de conectividad de los autores, del desarrollo
de la producción científica en revistas digita-
les y blogs que dejan de lado al viejo libro
inmenso, enorme, que nadie -ni su dueño o
dueña-, acababa de leer nunca. El tiempo de
la era digital es una metáfora de la noción de
tiempo histórico moderno, que para su pro-
pia condición fluye, se deshace y amenaza la
noción misma de historia y, por ende, de to-
das las humanidades; en tanto que adapta y
se adapta al proceso de cosificación del ser
humano que engendra sujetos conscientes
y enajenados a la vez. De pronto, y para-
fraseando a Eco (2015), tanta incertidumbre
nos invita a pensar la Internet como esa gran
librería desordenada.
Una no se explica de qué manera las
personas investigadoras, disponiendo de
Big Data, creemos todavía en la producción
individual. Se requiere establecer cuál es la
cuestión central del trabajo científico: la ar-
ticulación de la teoría con la base empírica
y con la base cibernética, y el debate epis-
témico sin uso de definiciones particulares.
En Internet, en sólo 60 segundos, todos los
días creamos 2,5 exabytes de datos nuevos,
según informaciones que ofrece la IBM. És-
tos, compuestos por pequeños paquetes de
información cifrada en unos y ceros, (código
binario), vienen de todas partes del planeta
atravesando el ciberespacio.
Ante esta avalancha, las bases de datos
tradicionales no sirven para nada. No son
capaces de absorber tal cantidad de infor-
mación. Por eso se ha creado una serie de
nuevas herramientas que permiten registrar,
almacenar, gestionar y analizar todos estos
datos a gran velocidad. Esto es lo que se
conoce como
Big Data. Y todo ello se re-
produce a través de las tres tecnologías: los
26
dispositivos móviles con conexión a Internet,
el comercio electrónico y las redes sociales.
Big Data rompe, destroza el asilamiento dis-
ciplinar.
La cibercultura amplía exponencialmente
la acción comunicativa abierta, crítica y flexi-
ble con base en una comunicación dialógica,
revisión metodológica, aplicaciones técnicas
e informáticas reguladas, porque puede con-
ducir a valores de producción epistémicos de
gran relevancia en la reducción de las fronte-
ras del conocimiento científico a través de la
transdisciplinariedad.
Ubicuidad y escalabilidad
Todo proceso tiene pros y contras. Una
de las características de la cibercultura que
afecta al conocimiento científico y los siste-
mas de enseñanza es la condición de ubicui-
dad que tiene la nube. Este concepto hace
referencia a que podemos acceder a todo
en cualquier momento y desde cualquier
dispositivo, pero ello también se constituye
en una amenaza a la seguridad. Asimismo,
la simplificación de las formas de acceso a
la información, donde el navegador de In-
ternet es el único
software que requerimos
para acceder a la información mundial, pero
es susceptible de manipulación y bloqueos.
No hay duda de que todo esto trae consigo
un ahorro de recursos, pero que en cual-
quier momento se puede ver amenazado
por el problema de actualización y mante-
nimiento que lo pueden hacer costoso. Y,
finalmente la escalabilidad de los grandes ser-
vidores en la nube que pueden bloquear a los
pequeños y obligarlos a desistir y, en el peor
de los casos, alimentar la resistencia al cambio.
¿Y qué es la escalabilidad? Es innegable
que a veces la rápida obsolescencia de los
hardwares y softwares es un gran problema
para el desarrollo de las ciencias y el conoci-
miento en nube, así como la debilidad de que
el ciberespacio carece de soportes tangibles,
en tanto que la tecnología expresada en la
robótica reduce la intervención humana. Es
de gran preocupación para las personas que
pretenden hacer ciencia en los países empo-
brecidos, pues para competir se requiriere de
dispositivos que proporciona la robótica mis-
ma, y éstos cambian de manera tan vertigi-
nosa que a veces se hace imperceptible.
Es sólo en el marco de la ciudadanía digital
que se hacen comprensibles los temores al lla-
mado
Open Access por la posibilidad de per-
der los valores de almacenamiento, tratamiento
y conservación de la información y de la pro-
ducción científicas, trayendo como consecuen-
cia desconocimiento y resistencia al cambio.
Empero, surgen situaciones que pro-
mueven una criticidad valorable a los logros.
El debate actual entre Elon Musk, principal
emprendedor de Tesla, y Mark Zuckerberg,
fundador de Facebook, sobre los peligros
que representan los alcances de la inteligen-
cia artificial sobre la inteligencia humana es
preocupante. Al decir de Musk existe una
real amenaza, pues la innovación sustenta-
da en la inteligencia artificial autorregulada
podría producir hasta un desastre nu-
clear con capacidad de destruir el plane-
ta. De su parte, Zuckerberg piensa que el
ejercicio de autorrenovación de la máquina
sustenta mejorías en la calidad de la vida en
el mundo.
Ese debate del presente trasciende la his-
toria del ser humano, acostumbrado a la du-
reza, a lo que es difícil encontrar, donde todo
le parece obra de un árido pasado en el ori-
gen de la producción oral y escritural, por lo
que mira con dudas esos logros. Para que no
se perdiera, el ser humano de la Antigüedad
debía también fabricar la tablilla de escritura
27
cuneiforme; con el pasar del tiempo, fue del
papiro al papel; siglos más tarde recurrió a la
taquigrafía para hacer mecanografía, el texto
único inalterable de la pluma y de la máqui-
na, todo ello creando un recurso que permi-
tiera hacer y rehacer. Hoy podemos rehacer
sin deshacer y lo podemos hacer entre todos
y cada cual seleccionar lo que le es propio.
Sin embargo, muchas desventajas se siguen
sumando a la resistencia a la era digital, el
desconocimiento de los procedimientos del
autoarchivo, la falta de tiempo, la insuficien-
cia de medios, la indiferencia frente a los po-
sibles beneficios, los miedos a la pérdida de
control de su obra y al posible plagio.
Lo que ganamos con el uso del cono-
cimiento en nube es mucho. Además de la
virtualidad, disponemos de la ruptura con
el tiempo en la instantaneidad y podemos
desintegrar a través de la fragmentación. Sin
embargo, una cosa no es posible aún, y es
descolonializar el conocimiento, pues su uso
en nube hace más poderoso al país que tiene
mejor tecnología y más proyección a las inno-
vaciones, al tiempo que mantiene en la perife-
ria del desarrollo a los menos favorecidos por
los avances tecnológicos, garantizando una
dependencia del conocimiento. Pero de todos
los retos y dificultades, el más poderoso es la
resistencia a la innovación.
Una de esas grandes resistencias promo-
vió en México un congreso en que tres gran-
des autores debatían la importancia actual
de la producción en papel sobre el uso de la
nube. En ese congreso, Gubern (2010), ha-
blando sobre lo que llamó la metamorfosis
de la escritura, consideró que Internet es un
“vertedero público global”. Además, realizó
fuertes consideraciones como que los blogs
no son más que versiones informatizadas y
perfeccionadas derivadas de los tazebaos o
periódicos murales de la Revolución Cultural
China. “Quien quisiera podría enganchar su
propio periódico” -dice-. El planteamiento
contrario sería considerar el conocimiento en
la nube como un principio de democracia.
Todos y todas podemos colgar nuestras ideas
y perfeccionarlas como cualquier tazebao.
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blicado: 17 jun. 2015 17:36 GMT | Última ac-
tualización: 18 jun 2015 13:35 GMT https://
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Kriegel, P. y, Patle, L. (2001).
Si no está
roto, rómpalo.
Ideas no convencionales para
un mundo de negocios. Barcelona: Amat Edi-
torial.
[...] muchas desventajas se
siguen sumando a la resis-
tencia a la era digital, el des-
conocimiento de los procedi-
mientos del autoarchivo, la
falta de tiempo, la insuficien-
cia de medios, la indiferencia
frente a los posibles benefi-
cios, los miedos a la pérdida
de control de su obra y al
posible plagio.
28
McLuhan, M. y Powers, B. R. (1995).
Aldea
Global: Transformaciones en la vida y los me-
dios de comunicación mundiales en el siglo
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Tanpinar, A. H. (2010).
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