FaCEtas Educativas
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DE FONDO
Si las políticas educativas se plantean atender
situaciones de falta de equidad, el cálculo cuanti-
tativo de las desigualdades sociales debe acompa-
ñarse de una evaluación valorativa de la calidad de
las políticas en términos de: a) su origen, si estas se
han producido mediante consultas a los destinata-
rios o supuestos “beneficiarios”, y b) el resultado
de esas políticas como promotoras de movilidad
social, que no es privativa de la acción educativa
exclusivamente sino que debe ser impulsada, ade-
más, por factores de orden social, político, econó-
mico y cultural.
No obstante, si las políticas surgen de la con-
sulta real, sustentadas en el debate y la reflexión, se
orientarán al desarrollo de un marco de puesta en
común para fundamentar la toma de decisiones, y
serían, desde sus orígenes, de carácter inclusivo y,
por ende, todos los actores del sistema estarían en
condiciones de evaluar y valorar la calidad y equi-
dad del proceso distributivo del servicio educativo.
La inserción de factores globales propios del
avance científico y tecnológico, en las sociedades
postmodernas, se desintegra cuando se observan
sociedades con incremento creciente de niveles de
tecnificación de los procesos burocráticos, educati-
vos, políticos, comunicativos, y con un acentuado
declive de los niveles de educación de su población.
En forma alguna se trata de una resistencia a
los cambios impulsados por las tecnologías; por el
contrario, la tecnología digital puede convertirse
en arma eficaz para desarrollar aprendizajes, en
condiciones éticas, si las estudiantes y los estudian-
tes y los investigadores e investigadoras, en lugar
de consumir el producto digital, lo emplean para
producir conocimiento nuevo. Porque no hay que
dudar de que en los países de escaso desarrollo
tecnológico continuamos en la prehistoria del ci-
bermundo, donde las TICs tienen un uso limitado
como recurso más que como producto. Es un co-
nocimiento enajenado de la robótica que suspen-
de en el aire la gestación crítica del pensamiento y
las fuentes de su producción.
Al sumar el factor desfase que genera la pre-
sencia de tecnología avanzada en contextos poco
desarrollados académicamente, se vuelve un reto
para los Estados y las sociedades atender graves si-
tuaciones de desigualdad e inequidad, situaciones
decrecientes de la calidad de los servicios educati-
vos y, en especial, un maremágnum de contenidos
a enseñar en las escuelas. Entonces, el diseño curri-
cular es puesto en escena como única herramienta
capaz de resolver el dilema.
Sin embargo, en casi todas las modas impul-
sadas por los bancos de pensamiento internacio-
nales de la educación, los resultados han sido de
tan escasa redituabilidad y duración como de
un
electrodoméstico chino. ¿Cuáles deben ser enton-
ces, en esa perspectiva, los valores de una políti-
ca educativa que subraya la importancia de una
atención a los valores de igualdad y equidad de los
servicios educativos y cuáles efectos son esperados
en el conjunto de la sociedad?
Frecuentemente se asumen posiciones como
que el mejor mecanismo de rasar en educación es
concebir un currículum igualitarista. Pero es nece-
sario pensar que cada reforma curricular corres-
ponde a una etapa del desarrollo histórico de un
país; y que cada vez que se hace una reforma esta
atiende a energías sociales que se impulsan desde
la realidad económica y política según sea la fase
de desarrollo en que se encuentre esa sociedad.
El currículum debe ser un arma que promueva
que cualquier vector que funcione como gestor de
vulnerabilidades y marginalidades que se presenten
en el sistema educativo sea removido a través de
las prácticas de socialización de los aprendizajes.
Mas, ¿hasta qué grado la consulta a las co-
munidades ha impregnado los procesos de refor-
ma y modificación de los diseños curriculares en
la República Dominicana, como en muchos otros
países del mundo? ¿Puede una reforma curricular
con un enfoque pedagógico contextualizado ser
conceptualizado en procura de transformaciones